Al escuchar la parábola del sembrador en el Evangelio de hoy, Jesús nos invita a permitir que las semillas de la fe se profundicen, arraiguen y den buen fruto en nuestras vidas. Que preparemos nuestros corazones y almas para perseverar hasta el fin de nuestras vidas en la oración y comunicación con Dios, y sobre todo en los actos de caridad.