Señor, envía tu Espíritu y renueva la faz de la tierra. Al reunirnos para el domingo de Pentecostés, mantengamos nuestros corazones abiertos para recibir un nuevo derramamiento de la presencia y los dones del Espíritu Santo. Que nos permitan estar en llamas para predicar las buenas nuevas del amor y la misericordia de Dios para el mundo.